jueves, 13 de noviembre de 2008

La censura y autocensura en la prensa dominicana

La censura y autocensura están llegando a los más exagerados extremos en la prensa dominicana, como consecuencia de la desmesura de los poderes políticos y económicos para silenciar la verdad que abre los ojos al pueblo. Lo hacen con la firme y desvergonzada intención de ocultar el hurto del patrimonio del pueblo, entrando en complicidad políticos, autoridades y empresarios.

La competencia de los medios de comunicación en su lucha por sobrevivir y no dejarse desplazar y el interés mercurial, muchas veces desmedido, de los propietarios de ésos medios por lograr poder económico someten a la inteligencia dominicana, expresada en los trabajadores de la prensa, a la más fúnebre represión, a través del empleo.

La censura que hacen a la prensa dominicana los políticos, los empresarios o autoridades religiosas es inquisitorial. Los pedidos de censura son implantados con furor por los que detentan el poder mediático, con tal de preservar su existencia o defender los intereses de sus amigos y asociados.

Pero, si la censura previa de los empresarios de la comunicación es común y esta arraigada en los medios de difusión de la información de masa en la República Dominicana, la autocensura de la mayoría de los periodistas o productores de programas de radio y televisión es tal vez peor.

Los propietarios de los medios por temor a ser ahogados económicamente y los directores de prensa, ante el riesgo de ser destituidos de forma fulminante, extreman su celo censor para evitar la publicación de informaciones que laceren intereses.

Son muy pocos los periodistas que pueden encontrar la fórmulas para sortear los barrotes de la cárcel que imponen los poderes a la verdad en los medios de comunicación.

Todos los periodistas saben y comulgan con el fantasma de la censura y la autocensura, porque existe una atadura, con cadenas chirriantes y mordaces, a una crisis económica y de valores humanos que atenta contra la integridad misma de los profesionales del periodismo y contra el sustento de sus hijos.

Inclinar la nuca ante los poderes económicos, políticos y religiosos significa renunciar a la libertad de expresión, cimiento sobre el que descansa el entero edificio de las democracias, tea que ilumina el camino que deben seguir los pueblos, arma que permite liberar a los oprimidos del yugo del verdugo que los golpea de manera sistemática.

Renunciar a la difusión de la verdad sería ahogar la vergüenza en la mediocridad, frente a la estupidez del mezquino que se alza con el santo y la limosna, engañando al pueblo con mentiras cuando se oculta la verdad. Sólo la ignorancia profunda puede desconocer la reacción de la sociedad ante la debilidad de la prensa, en la que ha depositado su esperanza.

El ejercicio de la censura y autocensura tritura también la libertad de expresión y se convierte en un peligro real y concreto para los pueblos, porque hace que por dinero los medios de comunicación callen la verdad aunque sucumba la vergüenza y la dignidad, herencia sana y grandiosa de nuestros hijos.

Cuando de relaciones con el poder político y económico se trata los dueños de los medios y los periodistas no asalariados, con programas propios, cierran los ojos y convierten la censura y la autocensura se en el mecanismo idóneo, utilizado por los hombres para afianzarse en el poder y evitar ser desplazados.

Para nadie es un secreto que los medios de comunicación, históricamente, han mantenido relaciones disfuncionales con el poder político, económico y en los últimos tiempos religiosos.

En el pasado la censura teñía de sangre al periodismo con el asesinato del comunicador o dueño de medio y aunque hay países en los que esa práctica se da a diario cabe decir que en la República Dominicana solo se mata económicamente al que no acepta la censura.

Los gobernantes, políticos, empresarios, autoridades militares y religiosos acuden a la censura o ejercen presiones para que se produzca la autocensura cuando ven que sus errores y delitos, expuestos ante la opinión pública, terminarán por atentar contra su mantenimiento en el poder o cuando laceran sus intereses.

Muchos medios de comunicación aceptan ser silenciados y se convirtieron en cómplices del poder político y económico para mantener sus beneficios, aunque caminan en contra del bien común.

Por muchas razones, podemos afirmar que la censura y el acoso del poder contra la prensa es más inclemente que el ocurrido en las épocas de los regímenes dictatoriales como el de Rafael Leónidas Trujillo Molina, Joaquín Balaguer, en que se mataba al comunicador a tiros, pero ahora la muerte es peor, porque quien no comulga y recibe una migaja del pan de la vid de la mentira esta condenado al ostracismo público.

La prensa libre y los periodistas honestos que creen en la democracia (que son muy pocos), no son bienvenidos al poder de la prensa del siglo XXI y se debe acabar con ellos, eso sí, siempre cuidando las formas democráticas “para que el mundo crea que existen las libertades y la objetividad en la prensa”. Solo hay que tomarlos como chivos expiatorios y desacreditarlos.

La censura esta disfrazada de legalidad. El ejercicio del periodismo libre no esta prohibido por ley. Los valientes serán torturados económica y psicológicamente. Los verdugos del poder cercenan la libertad de expresión sin enviar mensajeros a los medios. No hay razón para eso porque la necesidad del anuncio y el efectivo que se recibe se encargan del silencio.
¿Pero lo soportará el pueblo que sustenta a los medios con su audiencia? ¿Aceptará siempre la mentira fabricada y enlatada?

No hay dudas, la Censura y la autocensura en la prensa del siglo21 es peligrosa, mortal, pecaminosa, no encierra pérdidas humanas como en el pasado, pero si la muerte económica del que no se siñe a ella.



8 de Noviembre, 2008 - 09:23 AM
Por: Arturo Taveras
arturo@diario55.com

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